El encierro en la fábrica de los sueños

Marcos Quijada es profesor  |  28/05/2012 El Correo de Andalucía. Nadie me lo explica. Llevo leídos cientos de artículos sobre la crisis, los recortes, la economía mundial o la política europea y no termino de entender qué ocurre realmente, cómo es posible que hayamos llegado a este punto y que aún tengamos capacidad de aguante.



Arde en mi interior el indignante rescate de Bankia convertido en cotidiano y necesario a pesar de que el lenguaje es de miles de millones de euros, un lenguaje ininteligible para el común de los mortales, sobre cuya maltrecha economía cargarán de nuevo la cuenta. No entiendo por qué se nos dice que no hay dinero, que hay que hacer esfuerzos sociales. Se reducen los presupuestos a niveles de indigencia pública, se habla de pagar los estudiantes el 100% de su enseñanza postobligatoria, se reducen 10.000 millones de euros de la educación y la sanidad, y a la misma vez, con todo el descaro, un ministro dice que se dará todo el dinero público que haga falta para rescatar a la banca. ¿No quedamos en que no había dinero? Parece que la banca está fuera del mensaje.

En estos momentos, a consecuencia de esos recortes, cientos, miles de alumnos se encuentran encerrados en la Universidad reivindicando una universidad pública de calidad y accesible. Algunos de ellos viven con la angustia de la incertidumbre del año próximo pues las nuevas medidas políticas han introducido en sus cuerpos el pellizco de la posibilidad frustrada; la economía familiar no soporta una subida de tasas y ello supone vuelta a casa con el sueño universitario en la maleta. No le piden al Estado que su mala gestión la pague con miles de millones, sólo que reconozca su esfuerzo, mantenga las becas y no suba las tasas para poderle devolver a la sociedad su inversión en forma de ingeniería o grado universitario. Pero curiosamente para ellos es más difícil el objetivo que para los gestores millonarios de Bankia.

El poder liberal ya no tiene sordina en el lenguaje. A sus ineficaces medidas de crisis impone su ideología hablando abiertamente de privatización y manifestando el "lujo social" que supone una universidad accesible, les duele en sus insolidarios bolsillos, abren el camino privado bajo el sofisma de la imposible cohabitación de déficit y universidad pública cuando en realidad el enorme déficit es provocado por sus milmillonarios rescates bancarios. Mientras tanto, los universitarios siguen encerrados defendiendo su universidad y la del futuro de todos. Les tendremos que trasladar que sus noches sin dormir son nuestros sueños despiertos.

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